domingo, 11 de diciembre de 2011

2.

           
 Por mi séptimo cumpleaños me regalaron un husky, decidí llamarle "Salty". No sé por qué, simplemente, le quedaba bien el nombre. Era muy especial, tenía los ojos azules, uno, de un azul clarito clarito y el otro de un azul noche. Si alguien discutía se acercaba y se frotaba contra su pierna, al momento, todos arreglaban sus diferencias. Cuando me iba a dormir se tumbaba en el suelo y esperaba a que yo cerrara los ojos para ir a su cojín. A veces, parecía hablarme. Realmente llegué a dudar si el entendía todo lo que yo le decía. Porque él se tumbaba a mi lado y se me quedaba mirando como si dijera: "Adelante, cuéntame, yo te escucho"

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