domingo, 11 de diciembre de 2011

1.


       Jamás olvidaré aquel columpio. Estaba colgado de una de las ramas del árbol más viejo de mi finca. Allí iba cuando me daban una mala noticia, iba también cuando me sentía sola o cuando tenía algo que celebrar. Allí pasaba mi tiempo. Me columpiaba arriba y abajo hasta que mi abuelo se acercaba y me decía que era hora de entrar. Solía verle mientras cortaba una rosa, le quitaba las espinas y luego me la daba. O cogía una fruta para que yo merendara. Hoy, después de la muerte de mi abuelo, he vuelto a aquel columpio de mi infancia. Y me he encontrado con que han talado el árbol. Odio la deforestación.

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