lunes, 25 de junio de 2012

135.


Durante todos mis años de vida, he ido cogiendo todos mis sentimientos y ahogándolos en lo más hondo de mi ser. Reprimiéndome, y anestesiando mis emociones. Después de varias copas y viendo un buen partido de fútbol americano, saco toda la furia que almacenaba y la expreso en forma de gritos, insultos, injurias y calumnias.

domingo, 24 de junio de 2012

134.



Esta noche no gimas alto. Por favor. No puedo más. Y no paro de vomitar. Todo me da asco, sobretodo yo misma. Porque estuve a punto de rendirme. A un milímetro de tirar la toalla. Así que hoy no aguantaré tus chillidos. No seas feliz esta noche porque yo estoy por los suelos. Sintiéndome como la zorra más mezquina del lugar.

133.


      
Pasé la noche abrazada a él, tenía tanto miedo. No paraba de temblar y mi boca estaba poseída por un inusual sabor metálico. Mi cabeza estaba apoyada en su hombro, susurraba palabras sin sentido. La cabeza me daba vueltas o, quizá, era el mundo lo que giraba a mí alrededor. Durante todo ese tiempo, él, mi hermano, estuvo a mi lado. Sujetándome. Pero yo no dejaba de desear que fueras tu. Te necesitaba para estar ahí, aunque supongo que no aguantar'ias un solo segundo así. A veces pienso que no entiendes nada. Y eso es todo culpa mía.

martes, 19 de junio de 2012

131.



Podría llamarla y decirle que tenía razón,  que las cosas no le van bien.  Que, aunque no hay razones lógicas, hoy, ha tenido un mal día. Contarle que se ha venido abajo por exceso de presión. Que hace días que no duerme bien, que se ha fumado un par de cigarrillos porque le pudo la presión,  que come porquerías sintéticas compulsivamente. Podría hacerlo, pero no lo va a hacer. Porque ella, no es de las que llaman para contar sus penas. Le va más mentir y fingir que está bien, o q    ue está mal por asuntos sin importancia. Inventarse cuentos como escusa, eso se le da bien. Tiene miedo, sufre y, a menudo, llora pero no se queja. Ella nunca se queja.

130.


Ahora no puedo hablar querido amigo. Porque necesito ser débil un momento. Bajar los muros de protección con los que, habitualmente, me protejo y dejar de esforzarme en ser fuerte, o simplemente, parecerlo. Así que, por muchos WhatsUp que me mandes, no responderé. Estoy en la ducha, desnuda, echa un ovillo. Llorando sin sollozar. Y cuando salga de esta ducha, ni mi madre ni mi abuela notarán que he estado llorando. No dejaré un solo rastro, a mi no me gusta que sepan que soy débil. Pero lo soy. Por lo que derrocharé unos minutos de mi vida a autocompadecerme en silencio

miércoles, 13 de junio de 2012

129.


La verdad es que no sé como salir adelante. No tengo la más mínima idea sobre qué hacer con lo que se me viene encima. Y se echa mucho en falta que, de vez en cuando, me des una palmadita en la espalda y me digas "Bien hecho!", supongo que no puedo esperar nada de ti. Así que, he de fortalecerme y afrontar esto con una sonrisa en la cara. Porque yo puedo hacerlo. Estoy segura, aunque haya perdido cosas por el camino. No puedo quedarme sentada más tiempo. Es el momento de levantarme, de hacer algo.

domingo, 10 de junio de 2012

128.


Se supone que he de ser fuerte. Que debo tener todas las respuestas. Pero yo no soy nada especial, no soy única. Tengo demasiados secretos, soy de las que se comen al más débil. A veces, creo que estoy llegando al final de una historia, pero cuando llego no encuentro la salida. Siento que debo buscar un lugar seguro donde poder sacar todo esto de mi. Porque soy volátil y tengo miedo hasta de llorar. Necesitaba hablar con alguien nuevo pero sigo en este vacío, yo sola.

127.


-Todas mis amigas se pasan el día colocándose y bebiendo. Yo no quiero ser como ellas, yo me vuelco en mi fe, mi religión me salva.
-Ya entiendo... Yo también creo en algo. Podríamos llamarme satánica. Dedico mi vida a consagrarme en cuerpo y alma a Lucifer.

sábado, 9 de junio de 2012

126.


Lo había olvidado totalmente pero, hoy, de repente, me asaltó el recuerdo de aquel día. Llevaba un tiempo en mi ciudad natal, mi madre y mi abuela estaban solucionando los papeles por la muerte de mi abuelo. Yo no hacía nada. Me abrazaba a ellas en silencio. Andaba como un zombie. Cuando mamá terminó, volvimos a la aldea donde vivíamos por aquellas.El día que me reincorporé a las clases, los niños se acercaban y me miraban con aquella cara de "Pobrecilla". Ni siquiera veía sus caras, no me interesaban. Hasta las niñas que solían insultarme y pegarme no me hablaban, todos me miraban en silencio. Lo buscaba a el, pero no estaba allí. No lo vi hasta la hora de la comida, estaba castigado en dirección. Abrió sus brazos y yo me derrumbé en ellos. Él me sujetó, sus manos acariciaban mi espalda. "Ahora es un simple conjunto de ceniza". No lloraba, los androides no hacemos esas cosas. Pero recuerdo que sentía que se me venía el mundo encima. Él estuvo ahí todo el rato. Supongo que si no hubiera tenido a nadie que me aguantara, que no me dejara ir. Yo, no habría aguantado aquello. Era demasiado para una niña.

miércoles, 6 de junio de 2012

125.


Que sí, que sé expresarme. (menos cuando se trata de mis sentimientos) Si no te hablo es porque no me apetece pero SÍ, sé hablar. Puedo hacerlo, pero es taaaan cómodo escribir en el blog que para qué voy a decirte a la cara lo mucho que me molesta que hables de tus cosas con mi amiga. Así que espero que leas entre  las millones de líneas que habitan mi cerebro. Esta noche contaré todos mis defectos, a ver si así consigo dormirme. Esto del insomnio es muy duro.

lunes, 4 de junio de 2012

124.



Se maquilla todos los días con la esperanza de que se fijen solo en el maquillaje. Se viste con pantalones cortos para que no miren más allá de sus piernas. Camisetas anchas que disimulen las formas de su cuerpo. Miente continuamente para que nadie sepa sus verdades. Se esconde detrás de libros, canciones y dibujos. Pero, hay una persona con la que no hace falta. Se llama Kitty, y ella la adora. Es más bajita que ella, se plancha el pelo, se maquilla solo los fines de semana, viste pantalones largos y camisetas ajustadas. A ella ya hace tiempo que le abrió su corazón. Fuman juntas en el alféizar de la ventana, mientras comen palomitas y beben Monster. Kitty y Sam. Kitty no suele acabar su bebida, y Sam se la bebe por ella. Antes veían cantidad de películas juntas, dormían juntas y hablaban durante horas. Ahora tienen menos tiempo. Por eso lo aprovechan. Hablan y hablan, ríen y lloran. Las une un lazo que nadie podría romper. Así que, como decía antes, Sam es de las que se esconde detrás de una gran máscara pero quiere a Kitty. La quiere como a ninguna otra.

123.



Estando allí sentada, viendo una película. Ella se da cuenta de que ese lugar podría ser el lugar al que deseara regresar después de una dura jornada de trabajo. Quizá él sería la persona adecuada con la que compartir ese lugar. Ella tiene esa impresión. Luego termina la película, ninguno de los dos se levanta. Siguen tirados en aquel sofá. Hablan en voz baja. Y ella siente que, cuente lo que cuente, él no se va a asustar. Con el no hace falta cubrirse con una coraza

122.



Ligeramente despeinado, ojos marrones y saltones, camiseta de tirantes de color blanco desteñido (blanco, cuando la compró), pantalones vaqueros por la rodilla y zapatillas Converse blancas algo viejas ya. Una Yamaha naranja entre sus piernas. Esperaba aburrido, mirando al infinito. Ella apareció por la espalda y se subió en silencio detrás de el en la moto.  Lo besó en la mejilla y el arrancó. Llegaron en diez minutos a la puerta de su antiguo colegio. Saltaron la valla y anduvieron por el parque. Ella miraba con añoranza todos los lugares y cantidad de recuerdos acudían a su cabeza. Un campo de fútbol de asfalto rodeado de hierba, los árboles al fondo. Unas porterías viejas sucias y rotas. Los endebles tejados que nunca cumplían su función de proteger de la lluvia. Le daba la impresión de poder verse a si misma y a sus amigos de pequeños correteando por allí.  Una traicionera lagrimilla se precipitó suicida por la mejilla de ella. Estaba todo bastante cambiado pero para ella todo tenía significado. A cualquiera le habrían parecido unas simples escaleras pero ella recordaba perfectamente como Iván, su “hermanito” y ella misma comían pipas con extra de sal todas las tardes allí sentados. Los columpios eran las plataformas que los lanzaban hasta el cielo. La fuente donde se abrió los labios cuando tenía tres años. La canasta donde tiró su primer triple. El comedor de la escuela, su primer trabajo. Así fue como muchas lágrimas más siguieron a su predecesora. No era tristeza lo que ella sentía, simplemente añoraba aquellos años donde nada importaba. Él la había dejado andar por donde quiso, en silencio y un paso por detrás, la seguía. Cuando llegaron al edificio de los niños  de infantil se acercó y dijo:
-Te acuerdas el año que nos dijeron que estábamos en amenaza de bomba. Tú y yo servíamos en el comedor cuando David llegó corriendo y dio la noticia. Muchos echaron a correr sin mirar atrás, entre ellos yo. Pero tú te diste la vuelta y te dirigiste hacia los enanos. Les dijiste que hoy jugábamos a un juego que se llamaba bomba, así que tenían que salir corriendo muy rápido hacia la puerta de fuera y ellos sonriendo te miraron y te siguieron. Estábamos todos fuera, algunos incluso llorando, llamaban a sus padres, hasta los profesores estaban asustados. Tú no, tú seguías cuidando de los niños. Cuando Balbi se dio cuenta de que faltaba una niña de primero de primaria. Nadie quiso entrar para traerla lejos, a salvo, nos lo prohibieron. Tú saliste corriendo en dirección al colegio en cuanto lo oíste. La trajiste vuelta. Siempre fuiste un ángel que llegó aquí para revolucionarnos. Y nosotros nos dejamos revolucionar.
Ella miraba hacia donde estaban los columpios viejos, aquellos azules y amarillos que tenían cinco columpios en vez de dos como la mayoría. Los señaló y dijo:
-Estaba ahí columpiándose, feliz por haber conseguido uno de los columpios.
Luego se volvió hacia él y lloró en su hombro. “Lo echo todo tanto de menos”. “Todos te echamos tanto de menos”.
Se giraron y se fueron hacia su casa. El hizo la comida. Ella estudió biología. 

121.


-Que tal está tu madre?
-Está muerta.
-Estás segura?!
-Bueno, si no lo está, incinerarla fue un grave error.