domingo, 11 de marzo de 2012

57.

Aquellos días de verano con cielo azul y el sol brillando. Cuando me encaramaba al alféizar de mi ventana con una botella de vodka medio llena y me fumaba un cigarrillo L&M. Mientras Amy me cantaba a todo volumen que echaba de menos a Valerie. Me reía de mi misma y de los demás. Buscaba un mundo mejor y miraba en mis cajones por si aparecía entre mis cosas. Te echaba de menos en silencio, fingía que te había olvidado pero siempre estarás en mi corazón, hay un hueco que te pertenece. Y cuando dibujaba, siempre pintaba a una pareja besándose, amándose, soñaba que algún día aquello me pasara a mi. Pero tengo tanto miedo de que me hagan daño si dejo ver mis sentimientos que, a menudo, hago como que no tengo. Y me sentía perdida y sola. Echaba de menos a mi abuelo, a mi hermana, a mi madre (la de verdad, no la que me pega y grita por cualquier tontería), echaba de menos reír sin parar, amar, emocionarme por una peli romanticona. Pero fingía que estaba perfectamente sin todo eso, me encerraba en mi misma y para los demás interpretaba un papel. Conseguí que mi vida fuera mi mejor obra de teatro y cuando me di cuenta, el telón ya estaba bajado. 

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