domingo, 11 de marzo de 2012

53.

Vi como cerraba los ojos y se sumergía en sus recuerdos. Esperé, y esperé. Cuando pensé que no diría nada más. Comenzó a hablar sin parar. A contarme como olían las rosas aquel día, la suavidad de sus pétalos, lo fría que estaba el agua del lago. Sonreías mientras volvías a aquel momento único en tu vida. Me contaste que bailasteis hasta la madrugada. Que, abrazados, os tirasteis en la arena de la playa. Que despertaste al mediodía, y ya no quedaba nadie. Su cazadora te cubría los hombros. Aún olía como el. Ni una sola nota de despedida. Nada. Se fue sin mirar atrás.

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