domingo, 11 de marzo de 2012

55.

A veces estando en casa, tan tranquila, empiezo a agobiarme. Como si las paredes si fueran estrechando poco a poco y, en cualquier momento, fueran a aplastarme. Entonces, necesito salir de casa y tomar un poco el aire. Paseo sin rumbo mirando el mundo a través de mis Ray Ban negras.  Cuando empiezo a relajarme, voy caminando hacia casa. L&M en la mano, perdida en mis razonamientos tan lógicos que, al poco, pierden toda lógica. Normalmente, están enfocados a por qué no puedo querer a alguien sin reservas. Quizá mi corazón esté cubierto por una coraza y sea imposible atravesarla, como dice Murakami. Esa es la conclusión a la que suelo llegar, pero puedo expresarlo con palabras gracias a que lo leí en un libro. Eso, suele pasarme, necesito leer para poder expresarme. Si no lo hiciera, jamás lograría encontrar las palabras adecuadas, y mucho menos, darle forma hasta llegar a una oración, simple o compuesta, con la que pudiera hacerme entender. Por eso devoro libros como si fueran ricos entrecots con patatas.

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