viernes, 16 de marzo de 2012

60.

Y me derrito ante el calor de tu mano recorriendo mi cuerpo por debajo de la ropa. Ardí entre tus labios. Ahora solo quedan mis cenizas, frías ya, esparcidas por el suelo. Condenadas a no llegar a ser nada más aparte de colillas en la vida. Dañadas por tus supuestas palabras de desprecio, ni tus dulces caricias podrían aliviar el dolor. Cuando me cojes de la cintura, me arrastras hasta tenerme entre tus brazos, permites a tu lengua hacer una incursión en mi boca. Me retuerzo de placer imaginándonos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario