jueves, 9 de febrero de 2012

30.

Me abrazaste y el tiempo dejó de existir. De repente, mis problemas no parecían tan importantes. Y es que, nada importa cuando estás con la persona que más quieres en el mundo.  Me besaste debajo de un viejo columpio en el parque del colegio. En verano solíamos bañarnos en un lago. Un día me caí y me hice daño, de la palma de mi mano salía un líquido rojo que jamás en mi vida había visto antes. Tú te agachaste a mi lado y te hiciste un corte muy parecido en tu propia mano. La juntaste con la mía y dijiste “Ahora ya nada podrá separarnos, hermanos de sangre, para siempre” Y ya no volvimos a separarnos. Quince años después sigues ganándome en las guerras de almohadas.
Libres como pájaros pero juntos, al fin y al cabo. Arriesgamos todo en un salto al vacío, ganamos más de lo que podríamos haber perdido. Nunca fuimos lo suficiente buenos o fuertes, pero cuando estábamos juntos no había nada que no pudiéramos superar. Y si alguna vez caemos, lo haremos juntos. Porque es cierto, nada podrá separarnos hermano mayor. Somos solo tu y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario