sábado, 4 de febrero de 2012

28.

Cuando empiezan a caer no paran. Manchan todas las sábanas. Huelen a metal. Saben a sal. A veces transparentes, otras veces rojas, cuando mis ojos ya no dan para más. Puedo pasar noches, días, enteros llorando. Porque tu rechazo me mata. Tu silencio atraviesa mi corazón cual balas. Cada día, me escudo detrás de mi maquillaje y mis cigarrillos. Siempre creí que si parecía lo suficientemente fuerte, nadie me haría daño. Pero tú me lo haces. Siempre consigues superar todas las barreras que construyo a mí alrededor.  Al fin y al cabo, me llevaste nueve meses en tu barriga. Normal que me conozcas. Lo que no entiendo, es por qué. Por qué lo haces. Por qué no te vas y me dejas en paz. Por qué dices esas cosas que duelen o, simplemente, dejas de hablarme totalmente. Como puedes verme llorar y seguir con la cabeza alta y sonriendo. Por qué no puedes abrir un poco la mano. Ya me has castigado suficiente, necesito que me apoyes maldita sea! Por qué no estás ahí nunca! Por qué siempre te vas y me dejas sola frente a todo! No llega con pagar a un psicólogo y sonreír mucho. Te necesito ahí, y si no vas a estar. Vete de una vez. Porque yo no me encuentro bien y ya no sé de que forma decírtelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario