lunes, 23 de abril de 2012

85.


Años y años huyendo de romanticismos, practicando sexo con desconocidos, anestesiando mis emociones, escondiéndome del mundo. Sin dejar que nadie penetrara en ese  solitario y dañado músculo llamado corazón. Y para qué? Nada! No ha servido absolutamente para nada! Todos esos esfuerzos por protegerme de los descorazonados hombres no han servido para nada. Porque sin comerlo ni beberlo, una tarde cualquiera me sorprendí a mi misma pensando en un “nosotros”, en un “futuro” juntos. Cierto es que no había bodas ni bebés, pero sí había sofás y camas de matrimonio. Había amaneceres y desayunos de tortitas vestida con alguna de tus camisas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario