jueves, 26 de abril de 2012

89.


Fuimos dos almas perdidas que se encontraron una tarde de lluvia. Sentados en el mismo portal. Empezamos a hablar, nos divertimos. Paró de llover pero nosotros seguimos allí sentados. Aquello era incluso mejor que un buen sofá. Pero ahora echo de menos el calor de tu cuerpo al lado del mío. Y me río, porque realmente no notaba el calor de tu cuerpo. Pero la memoria es traicionera y hace que recuerdes lo que ella quiere. Así que, quizá, tú ni siquiera existes, quizá eres un sueño hecho realidad. O vapor de agua condensado diseñado para complacer mis perversas ansiedades de comprensión varonil. El caso es que, esta noche, me he despertado convencida de que estabas a mi lado pero, aunque miré por todos los lados, no apareciste.

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