sábado, 17 de noviembre de 2012

194.


Me sujetaba entre sus grandes brazos, acunándome. "No quiero que puedas sola, quiero que sepas que no estás sola". Me susurraba al oído. Yo sangraba, y sangraba, manchando toda su ropa. Como un vil cerdo. Tenía frío, pero no había dinero para cazadoras. Quería fumar, pero ahora que lo había dejado, no iba a volver a empezar. Me daba tanto asco, había pasado toda la noche vomitando. Me había cortado en el brazo. Había llorado y tenía los ojos hinchados, el derecho morado. Me hubiera gustado abrirme el pecho, meter la mano bien dentro, y estrujar mi estúpido corazón. Pensaba que había cambiado, pero sigo siendo la misma puta de siempre. Sucia, patética e inútilmente rebelde. Al abrir los ojos, me vi en el espejo de mi habitación, no había nadie abrazándome. Estaba sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Sola. Simplemente decirte que te quiero, que te espero en el infierno.

1 comentario:

  1. sin palabras... Que te espero en el infierno, buff... Hay veces que nada ni nadie nos puede ayudar, lo mejor es ir al infierno por atajos, para llegar antes

    Saludos de la chica de los chicles, que realmente no tiene palabras para describir tu texto de hoy
    http://lachica-deloschicles.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar