martes, 30 de abril de 2013

236.


Es ahora cuando me planteo la sinceridad de tus palabras o, en su defecto, la duración de las mismas. De qué vale un "te quiero" si dura sólo una noche? De qué valen tus caricias cuando al rato desaparecen? Para qué mirar las formas en las nubes? Se deshacen. Y los pétalos de las rosas que me regalaste, se marchitaron hace semanas. No sabes mirar en mis ojos, leer mi silenciosa petición "Ven y abrázame" te suplico, y mientras tú me vuelves la espalda y te vas. Llueve sobre mis mejillas al tiempo que te alejas, "Cuando volverás?" te pregunto, y sin parar siquiera me respondes que me llamarás pronto. Pero volví a aquel banco todos los días de mi vida, a las 5:00 de la tarde y jamás recibió tu llamada mi pobre alma desolada. Así que, en esta carta te digo, mi querido amor juvenil, de qué sirven esas mentiras, esas falsas esperanzas? Qué conseguiste yéndote de madrugada? Ahora yo me planteo la sinceridad de tus palabras o, en su defecto, la duración de las mismas.

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