viernes, 15 de febrero de 2013

215.


Un colchón en el suelo, montañas de libros, olor a café y a Seven Stars. Y ella sentada en un sillón medio roto, con calcetines hasta la rodilla, mis bóxer y un polo de un equipo de rugby. Leía Murakami totalmente ensimismada. Mientras preparaba tortitas en una cocina aparentemente prehistórica, me quedé mirándola. No era la más guapa, ni la más lista ni la más ordenada, pero lo cierto era que ella encarnaba lo que siempre deseé. La encontré por casualidad, chocamos por la calle y acabamos tomando café juntos. También hicimos el amor en mi piso y cuando me desperté, se había ido. Dejando su número de teléfono en un post-it. Por aquellas, Cali aparecía y desparecía como el humo de su tabaco cuando nos sentábamos en el dique. Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo, enmendar mis errores.

1 comentario:

  1. Te he nominado en una especie de campaña en mi blog, no se si te interesará.

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