jueves, 21 de marzo de 2013

225.


La palma de su mano en mi espalda, derritiendo desde ahí mi corazón. Cierro los ojos y grabo cada segundo de este abrazo. El olor de su pelo, el tacto de su mejilla contra mis labios. Su voz susurrándome al oído. No aguanto más, creo que me va a estallar la cabeza. El oro de sus ojos me hechiza y no hay nada que necesite más que amarlo en este momento. Pero tras un tiempo quietos, nos separamos y sin saber cómo me decido a entrar en el portal y subir a mi casa, sin estropear nada, haciendo las cosas bien. No soy capaz y cuando apenas había dado un paso atrás, vuelvo y me tiro a sus brazos, lo aprieto tanto que podría matarlo y ni siquiera ser consciente. Lo beso y siento que nuestros cuerpos se combinan, se unen y somos el triple de fuertes. Somos invencibles, perfectos cuando estamos juntos. Y no hay nada que se compare a eso, a ese sentimiento, a tus labios, a tu risa, a tu forma de mirarme y decirme todo sin decir nada. Simplemente, no hay nada que se compare a ti. Ni a nosotros.

1 comentario: