miércoles, 9 de mayo de 2012

98.


Cada domingo iba a visitarlo a su tumba y le dejaba un ramo de margaritas. Pasaba horas en silencio, simplemente mirando la lápida. Creo que le hablaba, le contaba cosas que nadie entiende. Verla allí era desolador, hasta para un descorazonado como yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario